¿Externalizar o no externalizar? Esa es la cuestión. ¿Qué es mejor? ¿Ejecutar nosotros mismos nuestros procesos o encomendárselos, total o parcialmente, a empresas externas? ¿Qué actitud tienen las empresas españolas ante la internacionalización? ¿Qué buscan en ella y quién decide si llevarla a cabo? El GrupoUno.CTC ha publicado recientemente un estudio sobre externalización realizado con entrevistas a más de 300 ejecutivos españoles de los principales sectores de actividad.
Qué buscan las empresas españolas en la externalización
Para tener clara la importancia de la externalización podemos fijarnos en la cantidad de encuestados que la califican como un recurso estratégico para sus compañías. El porcentaje se situó en un 87% de los directivos consultados, lo que supone una subida de tres puntos respecto a los datos de 2015.
Pese a esta importancia que se le confiere a la externalización, la mayoría la emplea para procesos que no forman parte de la actividad central de la compañía (del ‘core business’). Es decir, que las empresas prefieren seguir encargándose ellas de la parte nuclear de su producto o servicio pero recurren a la ayuda de otras compañías para los procesos que no forman parte directa de ese ‘core’.
En el caso de que el coste interno o externo fuese el mismo, el 62% de los encuestados se muestra dispuesto a externalizar dicha actividad siempre y cuando:
- Haya una mejora en la flexibilidad (33%)
- Se eliminen pasivos laborales (28%)
- Incrementar el foco en el negocio (11%)
- Se simplifique la gestión (27%)
También se encuentran muy repartidas las motivaciones que las compañías tienen para optar por externalizar. Según el estudio, la primera razón es la mejora en la productividad (26%), seguida de la reducción de costes (23%) y el conseguir que las empresas tengan una mayor flexibilidad ante los cambios en las demandas del mercado (21%). Ser capaces de producir más, de manera más eficiente y sin incurrir en grandes costes fijos parece una receta ganadora.
¿Funciona la externalización?
Todas estas ventajas pueden parecer muy atractivas en la teoría, pero las empresas quieren y necesitan saber si estas promesas se hacen realidad en la subcontratación. Y, a tenor de las respuestas del estudio, las empresas españolas sí consiguen mayoritariamente sus objetivos con la externalización. El 64% de los encuestados afirma que la externalización “ha redundado en una clara mejoría de su actividad”.
Como hemos visto, la externalización es un factor estratégico de gran importancia. Por eso no sorprende que la decisión de llevarla a cabo parta de las altas esferas de las compañías. En casi dos de cada tres casos (62%), es el primer ejecutivo de la compañía el decisor final sobre la externalización. En el 28% de casos restantes la persona que decide es el director de área.
El estudio también investiga sobre qué sectores son más proclives a usar la externalización. Y es precisamente la logística la que encabeza la lista, con un 51% de las empresas consultadas. La segunda plaza le corresponde a las actividades industriales de fabricación y producción “especialmente en las áreas metropolitanas de Madrid y Barcelona” con un 30%.
Principales miedos a la hora de externalizar
Los resultados del estudio muestran un panorama en el que la mayoría de las empresas que han dado el paso han notado una mejora en sus resultados. Sin embargo, también resulta instructivo saber cuáles son los factores que hacen que las compañías tengan reticencias a la hora de emprender un proyecto de externalización.
En este apartado los resultados han sido consistentes con los de la anterior edición del estudio. La principal preocupación que han apuntado las empresas ha sido la pérdida del control sobre el proceso (77%). En segundo lugar aparece la preocupación por los resultados (31%), ya que de nada sirve externalizar a un mejor coste si estamos empeorando nuestros procesos. En la misma línea, el 29% apuntó al riesgo de que se produzcan deficiencias en la ejecución.
Por último, el 14% cita el riesgo de pérdida del conocimiento y know-how. Es decir, externalizar y acabar perdiendo la capacidad para hacer lo que antes sí éramos capaces de hacer. Esto nos impediría, por ejemplo, tomar el camino inverso y volver a internalizar los procesos que hubiéramos externalizado en caso de que así lo decidiéramos.
A la hora de dar una respuesta a si debemos externalizar no hay recetas predefinidas. Muchas de las empresas que lo hacen terminan satisfechas, mejorando costes, calidad, servicio, etc. Pero también los miedos y las dudas son comprensibles, debido a la importancia de poner en juego nuestros procesos -aunque muchas veces no sean los procesos de nuestro ‘core business’-. Tener claro qué ventajas buscamos con la externalización y a qué riesgos podemos enfrentarnos nos ayudará a tomar la decisión correcta.
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