El Black Friday (y su hermano pequeño, pero que cada vez crece más, el Cyber Monday) conforman ya una de las citas más esperadas del calendario. En apenas unos años ha pasado de ser una moda desconocida proveniente de América a un evento popular en el que hasta padres y abuelos te cuentan qué se han comprado a través del comercio electrónico. Las consecuencias del Black Friday son de muchos tipos: laborales, de consumo, de transporte, de modelos de negocio y hasta urbanísticas.
Consecuencias del Black Friday
Cómo repartir un millón de paquetes
Se estima que el pasado lunes se repartieron un millón de paquetes en Madrid. El día con más tránsito debido a la suma del Black Friday y el Cyber Monday. Según la patronal logística UNO, esto supone un aumento del 10% anual (unas dobles cifras a las que está muy acostumbrado el comercio electrónico).
Pero, por acostumbrado que pueda estar el sector, lo cierto es que el resto de los participantes puede estar meno preparado para lo que esto supone. Seur sufrió un sonado colapso en el Black Friday de 2016 que sirvió como alarma para todo el sector. Desde entonces ha aumentado la contratación temporal en estas fechas, además de prolongar la duración de estas, que abarcan desde la campaña del Black Friday hasta el inicio de febrero, una vez pasadas las devoluciones navideñas.
En números esto supone este año la contratación de 8.500 repartidores según las cifras de UNO. Esto se traduce, a su vez, en un aumento de la cantidad de vehículos en las ciudades, y es aquí donde entra en juego la preparación (o la falta de preparación) de las urbes. El antiguo número de zonas de carga y descarga cada vez se queda más pequeño. La semana pasada vimos algunas de las propuestas que se manejan para paliar esta situación.
La batalla parece favorecer a los más pequeños: en 2018 se matricularon 42.152 furgonetas, un 27,4% más que en 2015. Y en la misma dirección se mueven las iniciativas de reparto en bicicletas o incluso andando. En todos los casos se trata de lograr la mayor densidad de envíos en el menor espacio posible para que las rutas sean más eficientes. Para hacerse una idea, un reparto de paquetería puede situarse entre los 70 y los 100 puntos de entrega en un solo día. Lo que exige un gran volumen de entregas por hora.
El reto es importante, pero no parece que la apuesta de los consumidores por el ecommerce vaya a detenerse. El porcentaje de compras en comercios electrónicos sobre el total de las que se realizan en minoristas está cerca del 10%, lo que implica que aún queda mucho terreno potencial, pese a que lleve años creciendo en dobles dígitos.
A esto se le suman las condiciones cada vez más ventajosas y sencillas que ofrecen los comercios electrónicos, como los horarios y modalidades de entrega o las facilidades a la hora de devolver productos (que antiguamente era uno de los elementos que más frenaban a los compradores). Según datos de UNO, en 2018 el 24,5% de los compradores devolvió al menos una de sus compras, lo que supuso un 5,6% más que el año anterior.
Es evidente que el Black Friday, como evento más visible y asociado al comercio electrónico, no tiene intención de marcharse, gracias a la acogida de empresas y consumidores. Por lo tanto, los operadores logísticos, las ciudades y la legislación deberán saber adaptarse a las exigencias que esto supone.
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Un comentario
Aca en Mexico tenemos el buen fin que es la version mexicana del black friday, y la verdad si es un caos en esas fechas, y el problema es que muchos pedidos en todo el caos se pierden y algunas veces en inbebitalbe pero uno hace lo que puede