El RFID, o identifación por radiofrecuencia, no es una tecnología nueva. Sin embargo, como todas las tecnologías, su implantación a gran escala depende en gran medida de que sus costes se vayan reduciendo con el tiempo hasta el punto de poder ser adoptados de manera generalizada. Por eso, tras varias décadas de existencia en el mundo de la logística, la tecnología RFID parece estar ya a punto de poder dar el gran salto y pasar a ser usada masivamente.
Qué es la tecnología RFID
La tecnología RFID es un sistema que permite almacenar y recuperar datos de forma remota e instalar estos sistemas en tarjetas, etiquetas o sobre gran variedad de objetos. El principal uso que se le ha dado al RFID hasta ahora es que los objetos que lleven estos sistemas puedan ser identificados con facilidad y exactitud, además de poder obtener y almacenar información adicional.
Existen dos tipos principales de etiquetas RFID: pasivas y activas. Las pasivas son las que no tienen una fuente de alimentación propia, por lo que dependen de utilizar parte de la energía que les llega de los lectores RFID para transmitir la información que alberga en su interior. Por su parte, las activas sí cuentan con una fuente de energía propia. Debido al bajo consumo, estas pueden durar varios años, tanto en estado de reposo como cuando está transmitiendo información a los receptores RFID. Existe un tercer tipo intermedio, las semipasivas, que usan su energía para alimentar el microchip pero no para transmitir señal.
Qué diferencia al RFID
El pariente más cercano del RFID, o al menos el que recibe un uso más parecido en la logística, la cadena de suministro y el sector retail (entre otros) es el código de barras. Debido a su muy reducido coste, su implantación ha sido -y continúa siendo- un estándar ampliamente aceptado en todo el mundo. Sin embargo, las diferencias entre ambos son sustanciales.
Los códigos de barras permiten identificar ante qué modelo de producto estamos, pero no consigue individualizarlo; es decir, sabe qué modelo de jersey es, pero no ante qué jersey concreto nos encontramos. Por el contrario, la tecnología RFID sí posibilita identificar, uno a uno, cada uno de los productos o materiales en los que coloquemos estos dispositivos.
Otra diferencia importante es que el RFID permite albergar más datos. Mientras que los códigos de barras únicamente identifican el producto, las etiquetas RFID permiten contener más información.
También son importantes desde el punto de vista de la logística las diferencias a la hora de ser leídos. Los códigos de barras obligan a ser leídos uno a uno y sin que haya obstáculos entre la etiqueta y el lector. El RFID, por su parte, puede ser captado con efectividad pese a que no haya una visión directa con el lector y, además, puede leer simultáneamente varias etiquetas.
El RFID mejora de media la precisión del inventario de un 63% a un 95%.
Ventajas del RFID
Desde un primer momento, el RFID llamó la atención del mundo de la logística y la cadena de suministro. Las aplicaciones actuales ya son muy diversas y se espera que continúen creciendo y evolucionando con el tiempo y el desarrollo de la tecnología asociada a los sistemas RFID.
Uno de los puntos que más ha centrado el desarrollo del RFID es la trazabilidad. La automatización -eliminando los errores humanos en las labores de lectura- y la precisión para conocer y recavar la información de dónde ha estado nuestra mercancía facilita su seguimiento y la tan ansiada transparencia de la cadena de suministro.
Además, si lo consideramos oportuno también podemos etiquetar nuestra mercancía bulto a bulto (o artículo a artículo), para tener un control aún mayor, y que puedan ser leídos sin la necesidad de montar y desmontar los palés.
Leer mejor y de manera más sencilla también mejora nuestros inventarios. Según el Laboratorio de RFID en la Universidad de Auburn (EEUU), el RFID mejora de media la precisión del inventario de un 63% a un 95%.
Entre las consecuencias de una mejora en la gestión de inventarios está el aumento de las ventas. Conocer con mayor exactitud el estado de nuestros inventarios nos ayuda a evitar las roturas de stock y a predecir mejor la demanda de cara al futuro. Esto se traduce directamente en un incremento del volumen de negocio, ya que rebajaremos las ocasiones en las que el cliente no puede comprarnos debido a que nuestros productos no están disponibles, requieren demasiado tiempo de espera o no están en las estanterías.
Otro uso logístico al que está contribuyendo la tecnología RFID es el de la conservación de la cadena de frío. Esto se debe a que pueden almacenar un registro de la temperatura de los productos, para poder confimar que no se ha roto la cadena de frío, y mandar un aviso en caso de que la temperatura ascienda y se esté cerca de alcanzar los límetes establecidos.
En el sector del retail y en los grandes almacenes la tecnología RFID se emplea desde hace tiempo como una medida antirrobo. Es decir, las tradicionales pegatinas que todos conocemos y que pitan al salir y pasar entre los arcos detectores. Y es una ventaja que también puede trasladarse a la logística.
Otro uso habitual es el del pago automático en los peajes de las carreteras, en los que al pasar detectan nuestro vehículo automáticamente, remitiéndonos el correspondiente cargo. Este mismo principio se puede extrapolar para instalar RFID que permita el acceso de coches, camiones, etc. a zonas restringidas (zonas u horarios de acceso restringido, empresas, polígonos industriales…).
El futuro del RFID
Cada día se siguen desarrollando nuevas aplicaciones para el RFID pero, ¿cómo de extendido está ya su uso? Para hacernos una idea de su crecimiento resulta ilustrativo ver la cantidad de etiquetas RFID vendidas durante los últimos años. 3.000 millones en 2014, 3.900 millones en 2015, 6.100 millones en 2016 y se estima que en 2017 han alcanzado 7.900 millones.
No es el único dato que muestra su desarrollo. El gigante del retail Macy’s tiene como objetivo para este año etiquetar con RFID todos sus productos y, según un estudio del Laboratorio de RFID en la Universidad de Auburn, el 96% de los retails tienen planes para emplear el RFID en sus empresas.
Como hemos comentado, el descenso en el coste ha sido fundamental para la explosión del RFID. Según datos de Forbes, desde 2003 el precio de una etiqueta de RFID ha pasado de cerca de un dólar a estar alredecor de los 10 céntavos de dólar (unos 0,09 euros) en la actualidad.
A medida que aumente su implantación, mayores serán sus beneficios. Es muy frecuente que hoy en día las cadenas de suministro trabajen con productos RFID pero que en diversos tramos eso no sea tenido en consideración. Es decir, puede que en origen y/o en destino sí vayan a hacer uso de las ventajas que aporta el RFID pero que entre otros puntos de la cadena de suministro no se lleven a cabo este tipo de lecturas. Un paso necesario para la completa trazabilidad de la mercancía.
El RFID no acaba de nacer y no son pocas las empresas que llevan años sacándole jugo. Sin embargo, la universalización que puede alcanzar en un futuro cercano puede suponer el gran salto para su importancia en el mundo de la empresa y de la logística.
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