Una cadena de suministro es un sistema complejo que atraviesa varias compañías, departamentos y profesionales. Son multitud las personas que de una manera u otra forman parte de la logística de las empresas, ya sean como clientes o como operadores logísticos. Ante tal cantidad de profesionales que trabajan alrededor de la cadena de suministro cabe preguntarnos: ¿qué es pensar y actuar logísticamente?
Dicho de otra manera, ¿Por qué las personas que trabajan en la cadena de suministro hacen lo que hacen? ¿Cuáles son los objetivos y las motivaciones que se esconden detrás de las tareas de su día a día o de las decisiones de mayor calado? ¿Cuándo podremos estar seguros de que lo que estamos haciendo tiene sentido para nuestra logística y nuestra cadena de suministro?
Cosas que harás si piensas logísticamente
Crecimiento sostenible
Si quieres actuar logísticamente y tu empresa está inmersa en una etapa de fuerte crecimiento -o prevé tenerla-, una de las primeras cosas por las que deberás preocuparte es de si estás preparado para ello. El dicho de “morir de éxito” no es simplemente un dicho, y son varias las empresas que han acabado lamentando sufrir un crecimiento para el que no estaban preparadas.
Crecer como empresa puede implicar salir a nuevas zonas -regiones, países, continentes…- y si lo hacemos sin estar preparados logísticamente a buen seguro nuestra marca se resentirá. Y lo mismo nos puede suceder si no somos capaces de hacer llegar al mercado el número de pedidos que recibimos.
Cuidado del medio ambiente
No solo ha de ser sostenible nuestro crecimiento, sino toda nuestra actividad. Cada vez es más importante encontrar la manera de compaginar nuestros procesos con el cuidado de nuestro entorno. Los clientes, la administración, nuestros propios trabajadores, nuestros proveedores… todos ellos valoran de forma cada vez más prioritaria nuestra vertiente más verde, e incluso exigen que podamos demostrar las iniciativas que tomamos al respecto para poder confiar en nosotros.
Estandarizar procesos
Un proceso es la sucesión de actos o acciones realizados con cierto orden. Es decir, con un método, un plan y con unas consecuencias que podemos prever. Pensar logísticamente implica diseñar unos sistemas fiables con los que podamos repetir con exactitud las tareas de la cadena de suministro. Es cierto que un buen logista debe ser capaz de improvisar, pero su día a día debe regirse por la búsqueda de procesos fiables y replicables en el tiempo.
Optimizar el uso de recursos
Pocas cosas hay menos logísticas que infrautilizar los recursos de los que disponemos. Ya sean rutas con demasiados kilómetros en vacío, operarios recorriendo más metros de los necesarios en el almacén, errores que suponen tener que repetir trabajos o desplazamientos, tener un almacén con demasiado espacio vacío, etc. La optimización real de los recursos es lo que permite otro de los grandes objetivos de la logística: la optimización de costes. Una auténtica reducción de costes no se consigue pagando menos, sino haciendo las cosas mejor.
A menudo ni clientes ni proveedores logran entender qué tipo de cadena de suministro quieren tener.
Entender las necesidades
Si queremos una logística que dé respuesta a nuestras necesidades, lo primero es entender cuáles son estas. Puede parecer evidente, pero a menudo ni clientes ni proveedores logran entender plenamente cuáles son o qué tipo de cadena de suministro quieren tener. Solo una vez sabemos esto (¿buscamos tener la logística más rápida, la más exclusiva, la más económica, la que llega a más lugares? ¿cuáles son los puntos críticos para el cliente?) podemos empezar a construir una cadena de suministro que dé las respuestas que necesitamos.
Medir nuestro desempeño
La cabeza de un logista está llena de números. Si de verdad nos planteamos “logísticamente” nuestro trabajo tendremos que medir los resultados de este. Es imposible tomar decisiones en una cadena de suministro si no manejamos al menos sus indicadores más relevantes. Es mucho más sencillo acertar cuando se va de la mano de los datos, mientras que si no disponemos de ellos estaremos dando palos de ciego.
Resiliencia
¿Es nuestra cadena de suministro resistente? En este caso pensar logísticamente significa comprobar la dureza de nuestra logística. Esto se puede analizar desde varios puntos: ver si estamos muy expuestos a alguna adversidad -a un proveedor, a una zona geográfica, a una materia prima, etc.-, si podemos asumir grandes cambios en los volúmenes- no solo como parte del crecimiento de la compañía, sino por los periodos estacionales- y si tenemos determinados y controlados nuestros riesgos logísticos.
Recudir tiempos y distancias
La logística es, en parte, el arte de reducir tiempos y espacios. Acercar personas, materiales, productos y lugares que se encuentran alejados los unos de los otros. Este ‘truco’ de la logística no es en vano. Conseguir este acercamiento hace viables nuevas oportunidades de negocio que antes eran imposibles al no ser rentables, abre nuevos mercados -incluso internacionales- para empresas que sin este ‘milagro’ logístico serían locales.
Aumentar la capacidad de respuesta
Pensar logísticamente también implica conseguir lo que hasta ayer se consideraba como imposible. Aumentar el rango de las cosas que podemos hacer y, por tanto, las respuestas que podemos dar a nuestros clientes. Por ejemplo, antes de la invención de los sistemas Just in Time resultaba prácticamente imposible concebir la idea de trabajar sin stocks y bajo pedido, desarrollando logísticas que tienen que recibir sus materiales en márgenes de tiempo muy estrechos. Una buena logística te permite llegar hasta donde ayer no podías hacerlo.
Mejorar la calidad: aumentar el valor
Si tuviéramos que resumir en un punto qué significar pensar logísticamente, ese sería el incremento de la calidad y del valor ofrecido. En última instancia, todos los procesos tienen como objetivo que el cliente note la mejora de su cadena de suministro. Llegar antes, hacerlo en mejores condiciones, llegar a lugares donde antes no llegábamos, poder reducir el tiempo desde el pedido del cliente hasta su entrega, permitirle ofrecer productos más personalizados al haber aumentado nuestra capacidad de respuesta, permitirle hacerlo a un coste menor gracias al rediseño de sus procesos… Esa mayor cantidad de valor que se va transmitiendo a lo largo de la cadena de suministro es el resultado de pensar las cosas logísticamente.
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