La evolución del transporte terrestre: Viaje a través de su historia

EVOLUCION DEL TRANSPORTE

La evolución del transporte terrestre está estrechamente ligada al desarrollo del ser humano. Desde la prehistoria, nuestra especie no solo ha viajado para explorar y asentarse en nuevos territorios, también lo ha hecho para trasladar mercancías y establecer rutas comerciales.  

Por eso, la historia del transporte terrestre es sinónimo de innovación y tecnología. Un viaje apasionante desde la simple —pero también revolucionaria— rueda hasta los prácticos drones o los espectaculares trenes bala magnéticos de la actualidad, y que merece la pena conocer. No solo para entender las primeras civilizaciones, sino también para continuar avanzando hacia el futuro con optimismo y ambición.    

Historia y evolución del transporte terrestre

Desde el primer momento, el ser humano contó con sus piernas para desplazarse y con sus brazos para transportar carga. De ahí que podamos decir que caminar fue el primer método de transporte terrestre de la historia. Sin embargo, este no tardó en tornarse insuficiente ante las grandes distancias a recorrer y el enorme gasto energético que ya por entonces suponía andar y, además, cargar con peso.  

Ante este problema, poco a poco fue encontrando soluciones. La primera, y probablemente el hito más importante en la evolución del transporte terrestre, la invención de la rueda. Según la mayoría de las estimaciones, esta tuvo lugar alrededor del año 3.500 a.C., o lo que es lo mismo, hace más de cinco milenios. Un concepto sencillo por ser una pieza redonda que giraba sobre su eje, pero con un potencial enorme que facilitó el traslado de la mercancía y el desplazamiento de las personas. 

La domesticación animal y las primeras carreteras 

Después llegó la domesticación animal, con los caballos y los bueyes como las especies más determinantes para la historia del transporte terrestre. Por un lado, porque permitieron recorrer cómodamente largas distancias en mucho menos tiempo; y, por el otro, porque podían arrastrar carros y, con ello, incrementar considerablemente el volumen de carga de los viajes. Pero todavía quedaba otro aspecto importante a considerar. 

Nos referimos a las carreteras. Muchas de las grandes civilizaciones de la antigüedad también entendieron la importancia de adaptar los caminos naturales para facilitar y acelerar tanto el comercio como las comunicaciones. Lo que se tradujo en las primeras rutas de construcción manual, hechas las de tierra, hierba o piedra a partir de rudimentarias herramientas. De ellas hubo grandes muestras en la Antigua Grecia, o en los Imperios Romano y Persa como, por ejemplo, el Camino Real Persa de Darío I El Grande, el cual abarcaba 2 699 kilómetros. 

Innovaciones clave en el transporte terrestre 

Durante siglos y algún que otro milenio, la historia del transporte terrestre continuó escribiendo nuevas páginas. Pero su evolución fue lenta y paulatina hasta que, hace poco más de dos siglos, un nuevo ingenio volvió a cambiar la forma de entender las distancias y los viajes.  

La llegada de la máquina de vapor

Fue a finales del siglo XVIII cuando se produjo este hito moderno en la evolución del transporte terrestre: la máquina de vapor. Un invento que hizo envejecer rápidamente a los anteriores sistemas, que fue creado y patentado en 1769 por James Watt y que marcó el comienzo de la Revolución industrial. Principalmente, por sus aplicaciones para las fábricas y centros de trabajo, así como por su capacidad para mejorar el transporte tanto terrestre como marítimo. 

De hecho, en lo que respecta al trasporte por tierra, este ingenio dio lugar a la edad de oro del ferrocarril. ¿Las razones? Las nuevas máquinas impulsadas por la tecnología de vapor de agua no se cansaban como los animales y podían avanzar día y noche. Así que no tardó en desarrollarse una extensa red de vías férreas a lo largo de todo el mundo, para interconectar diferentes puntos de la geografía y reducir los tiempos de los viajes. De repente, ¡el mundo se había hecho mucho más pequeño! 

La era del tráiler

A partir de ese momento, el ferrocarril ha continuado jugando un papel importante en la historia del transporte terrestre gracias a la incorporación de nuevos sistemas de tracción basados en motores diésel o eléctricos. Pero, en los últimos años, ha ido perdiendo protagonismo en favor de los vehículos de carretera, pues estos han demostrado su mayor eficacia para el traslado de mercancías. 

Las razones saltan a la vista, porque los tráileres ofrecen flexibilidad, rutas más precisas hasta la puerta del destinatario, mayor rentabilidad y facilidad para realizar las cargas/descargas, entre otras.  Así que es lógico que actualmente sea el método más común del transporte interior de mercancías en España, con más de 850 millones de toneladas movilizadas a lo largo de 2022.  

Tecnología y sostenibilidad en el transporte terrestre actual

Si nos fijamos en la evolución del transporte por carretera vemos que, a lo largo del tiempo, este ha logrado dar respuestas a sus preguntas más importantes. Es por ello por lo que ahora podemos ser optimistas al hablar de los grandes retos del sector de la logística: la necesidad de responder a la creciente demanda de repartos y entregas, a la vez que se cumplen con las restricciones que imponen los espacios urbanos, relacionadas con los horarios, las normativas medioambientales o la gestión del tráfico.  

De lo que se trata es de equilibrar las necesidades del transporte de mercancías con la realidad social actual. Así que la historia del transporte se dirige hacia tecnologías más eficientes y respetuosas con el planeta e incluso a nuevas soluciones que no necesitan de conductor, como los drones para el reparto autónomo de paquetería.  

En cualquier caso, estos ingenios también provocarán nuevas necesidades de mejora. No en vano, los drones exigen nuevas normas para legislarlos, mientras que el respeto por el medioambiente también reclama la utilización de modernos combustibles y motores. De igual forma que, en su momento, la invención de la rueda conllevó la mejora de las carreteras para soportar el tráfico de carros o la expansión del ferrocarril requirió de nuevos avances en sus sistemas de raíles. 

Conclusiones de la evolución del transporte terrestre

En último lugar, merece la pena subrayar una de las grandes constantes del transporte desde su nacimiento, y es lo inseparable que ha sido de la actividad humana. Sus ventajas son muchas, porque es una actividad que acerca bienes y personas, ya que facilita el comercio, la creación de riqueza y el intercambio de los productos para garantizar el acceso a unos suministros básicos.  

Como hemos visto, las necesidades de moverse, comerciar y comunicarse son inherentes al hombre. Lo que garantiza que el transporte terrestre —y el transporte en general— vayan a seguir evolucionando de nuestra mano por mucho tiempo. 

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