Es una historia recurrente. Una compañía al fin ha diseñado el producto perfecto. Todo encaja: se ha esforzado por conocer las necesidades de nuestros clientes, ha resuelto cómo atenderlas y ya puede poner esa solución en el mercado… Sin embargo, si no logra hacer que esta solución le llegue al cliente en óptimas condiciones, todo el resto del trabajo puede acabar siendo inútil. Por eso necesitas una buena logística externa.